Uno de los problemas por resolver en los Cuerpos de Bomberos, al menos en España, es que hacer con aquellos profesionales que en un determinado momento, por cuestiones de edad o por limitaciones físicas (enfermedad o accidente), no pueden o mejor dicho no deben intervenir en incidentes, o no deben hacerlo en primera línea.
Profesiones como la militar, policial o bomberos, requieren para el ejercicio de su profesión, unas condiciones físicas y mentales óptimas, no solo para la correcta ejecución de las tareas, sino también por su propia seguridad.
Sabemos de otras profesiones que tienen también un componente físico importante, pero la diferencia es que en el caso de las tres mencionadas, esa condición se torna esencial en muchas ocasiones; en cualquier otra se puede trabajar bajo una cobertura de riesgos laborales que permiten minimizar en gran medida el riesgo y se puede trabajar con amplio margen de planificación que en muchos casos la emergencia no permite, teniendo que depender el trabajador, en alguna ocasión, de su condición física para salir airoso de la situación.
Las pruebas físicas para acceder a los Cuerpos de Bomberos suelen ser muy exigentes, el periodo de formación también demanda una gran carga física, pero una vez dentro los controles, cuando existe, se relajan mucho.
Pero ¿qué sucede cuando en uno de estos controles se detecta que un bombero no tiene condiciones físicas para realizar con eficiencia y seguridad su trabajo?: