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jueves, 27 de marzo de 2014

LA SEGUNDA ACTIVIDAD

Uno de los problemas por resolver en los Cuerpos de Bomberos, al menos en España, es que hacer con aquellos profesionales que en un determinado momento, por cuestiones de edad o por limitaciones físicas (enfermedad o accidente), no pueden o mejor dicho no deben intervenir en incidentes, o no deben hacerlo en primera línea.

Profesiones como la militar, policial o bomberos, requieren para el ejercicio de su profesión, unas condiciones físicas y mentales óptimas, no solo para la correcta ejecución de las tareas, sino también por su propia seguridad.

Sabemos de otras profesiones que tienen también un componente físico importante, pero la diferencia es que en el caso de las tres mencionadas, esa condición se torna esencial en muchas ocasiones; en cualquier otra se puede trabajar bajo una cobertura de riesgos laborales que permiten minimizar en gran medida el riesgo y se puede trabajar con amplio margen de planificación que en muchos casos la emergencia no permite, teniendo que depender el trabajador, en alguna ocasión, de su condición física para salir airoso de la situación.  

Las pruebas físicas para acceder a los Cuerpos de Bomberos suelen ser muy exigentes, el periodo de formación también demanda una gran carga física, pero una vez dentro los controles, cuando existe, se relajan mucho.

Pero ¿qué sucede cuando en uno de estos controles se detecta que un bombero no tiene condiciones físicas para realizar con eficiencia y seguridad su trabajo?:

Si la limitación es grave lo normal, como en cualquier otro caso, es la jubilación o baja indefinida, esto no cabe duda, el problema es cuando esta limitación le incapacita solo en las condiciones extremas de nuestro trabajo y la Seguridad Social no va a admitir la retirada de la vida laboral.

Una primera solución, que han adaptado muchos servicios es la jubilación anticipada, esto resuelve la pérdida de facultades que a todos nos llega con la edad; se trataría de aprovechar los años de juventud trabajando más y cotizando un extra que permita adelantar la retirada laboral sin agravio a otros colectivos ni conflicto con el arca de las pensiones. El único problema es que cada uno envejece de forma diferente y ciertamente puede haber personas que darían un buen rendimiento y aportarían un extra de experiencia y sin embargo se pierde, debería habilitarse la posibilidad de prolongar la vida laboral bajo determinadas condiciones.

Otra opción que palía la merma de facultades con la edad, es la asignación a puestos operativos pero en segunda o tercera línea de acción, puestos en los que la condición física, normalmente, no va a jugar un papel crítico; de forma gráfica podríamos decir que son aquellos puestos en los que el bombero no necesita ponerse un equipo de protección respiratoria: conductores, apoyo logístico, abastecimiento de agua, comunicaciones, control de accesos, etc. Podríamos hablar de puesto de apoyo operativo.

Esta última fórmula puede servir también para aquellos bomberos que aunque jóvenes, un accidente o una enfermedad le genera una limitación, temporal o permanente, pero no demasiado limitante, digamos que en caso necesario pueden salir corriendo o pueden colocarse un equipo.

Finalmente estaría el grupo de bomberos que por cualquier motivo presentan una limitación importante y sería un gran riesgo para ellos, sus compañeros o los ciudadanos a quien debemos socorrer, si actuaran en el operativo de respuesta a emergencias. Estamos hablando de aquellos bomberos que no están tan graves como para su incapacidad definitiva pero que bajo ningún concepto deben acudir a siniestros, pasarían a realizar tareas de segunda actividad.

Los puestos de segunda actividad, en unos casos son trabajos que podría realizar cualquier otro trabajador pero ganan en calidad si los realiza un bombero ya que tienen una implicación muy relacionada con la profesión, son puestos como los de emisora en el Parque, tareas de formación, pruebas de equipos, prevención, etc. En otros casos son trabajos de poca cualificación que podría ciertamente realizar cualquiera, la única ventaja es dar salida digna a un trabajador y que sus compañeros sepan que la organización o les va a dar de lado cuando sufran un accidente o al final de su vida laboral: transporte de material, pequeñas reparaciones, mantenimiento básico, son algunos ejemplos. Podrían realizar también otros trabajos más cualificados dentro del Servicio, pero sería imprescindible su previa adaptación laboral: operador de comunicaciones, jefe de taller, especialista en ERAs, instructor, reparaciones avanzadas y un sinfín de posibilidades.

Por tanto, la asignación a una segunda actividad deberá depender por una parte de la limitación física que presente el bombero y por otra parte de sus aptitudes, implica pues un proceso de evaluación y formación del aspirante a ese puesto.

Es una condición esencial contar con un catálogo de puestos de "apoyo operativo" y de "segunda actividad", en el que se especifiquen las condiciones laborales, (salarios, horarios,...), los requerimientos (condiciones físicas, conocimientos,...) y las funciones, un tribunal con representación de todas las partes, a de evaluar al trabajador para adecuar su situación a las necesidades de la organización.

La segunda actividad bien regulada por parte de Jefatura y con un compromiso de Sindicatos y Dirección, es una fórmula para rentabilizar al personal, haciendo innecesaria buena parte de servicios que en muchos casos se sub-contrantan o privatizan innecesariamente y a mayor coste para las arcas públicas.

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